Esta semana he bajado los brazos. Me rindo. Ya no voy a seguir luchando. Y todo esto porque hay un equipo al que se le ha metido en la mente ser una hermanita de la caridad. Me estoy refiriendo al Barça.
El club catalán está inmerso en una lucha por la conquista del título liguero, pero a veces creo que no es así. Enfrente tiene a un Real Madrid que está padeciendo el Síndrome Schuster, por el que en la segunda vuelta se está desinflando como una rueda con un flechazo. Pero aún con ese síndrome le saca 7 puntos al Barça. Y hoy ha sido la puntilla.
Ayer el Madrid pinchó en A Coruña contra el Depor. El Barça tenía la oportunidad perfecta para volver a acortar el chicle que en las últimas semanas se ha ido estirando y encogiendo. Que si a 9 puntos, que si ahora estoy a 2, que si de nuevo a 8. Parecía un Boomer. Pero los culés, que en tres partidos han sido capaces de sacar un simple punto, quieren que su eterno rival gane la Liga. Porque si no no me explico lo que sucede.
Hoy se podía haber puesto a 5 puntos de nuevo y abrir otra vez la veda a una posible lucha encarnizada a final de liga. Pero no, hoy solamente tocaba rascarse la barriga sobre el terreno de juego, autoexpulsarse como hizo Milito. No puede haber tanto pasotismo en un club como el Barça. Y ahora vendrá Rijkaard y les dará dos días de descanso. ¡Es que ellos se los merecen! Hace falta un cambio drástico en este equipo. Por mucho que se consiga ganar la Copa del Rey, o incluso la Champions (permítanme que me ría), el año que viene muchos de los que están no deberían seguir. El primero Rijkaard. No tiene capacidad para cabrearse cuando hace falta. Desde que se fue Henk Ten Cate esto es un circo donde cada uno hace lo que le da la gana. Y el mismo camino que el holandés deben seguir otros jugadores, como Ronaldinho, Deco y, por favor lo pido, Oleguer.
Pues lo dicho, para mí la tarta de la liga tiene un sabor claro, y ése es el merengue. Si un equipo que juega de pena como el club blanco es capaz de mantener una ventaja de 7 puntos no me queda más que rendirme ante la evidencia de que la flor de Capello aún permanece por la capital. A menos que el Villarreal gane todo lo que queda y el Síndrome Schuster se agudice, que entonces puede que haya una sorpresa. Con el Barça ni cuento. Bastante tienen con no despistarse para no perder el cuarto puesto en favor del Atlético de Madrid o del Racing.
El club catalán está inmerso en una lucha por la conquista del título liguero, pero a veces creo que no es así. Enfrente tiene a un Real Madrid que está padeciendo el Síndrome Schuster, por el que en la segunda vuelta se está desinflando como una rueda con un flechazo. Pero aún con ese síndrome le saca 7 puntos al Barça. Y hoy ha sido la puntilla.
Ayer el Madrid pinchó en A Coruña contra el Depor. El Barça tenía la oportunidad perfecta para volver a acortar el chicle que en las últimas semanas se ha ido estirando y encogiendo. Que si a 9 puntos, que si ahora estoy a 2, que si de nuevo a 8. Parecía un Boomer. Pero los culés, que en tres partidos han sido capaces de sacar un simple punto, quieren que su eterno rival gane la Liga. Porque si no no me explico lo que sucede.
Hoy se podía haber puesto a 5 puntos de nuevo y abrir otra vez la veda a una posible lucha encarnizada a final de liga. Pero no, hoy solamente tocaba rascarse la barriga sobre el terreno de juego, autoexpulsarse como hizo Milito. No puede haber tanto pasotismo en un club como el Barça. Y ahora vendrá Rijkaard y les dará dos días de descanso. ¡Es que ellos se los merecen! Hace falta un cambio drástico en este equipo. Por mucho que se consiga ganar la Copa del Rey, o incluso la Champions (permítanme que me ría), el año que viene muchos de los que están no deberían seguir. El primero Rijkaard. No tiene capacidad para cabrearse cuando hace falta. Desde que se fue Henk Ten Cate esto es un circo donde cada uno hace lo que le da la gana. Y el mismo camino que el holandés deben seguir otros jugadores, como Ronaldinho, Deco y, por favor lo pido, Oleguer.
Pues lo dicho, para mí la tarta de la liga tiene un sabor claro, y ése es el merengue. Si un equipo que juega de pena como el club blanco es capaz de mantener una ventaja de 7 puntos no me queda más que rendirme ante la evidencia de que la flor de Capello aún permanece por la capital. A menos que el Villarreal gane todo lo que queda y el Síndrome Schuster se agudice, que entonces puede que haya una sorpresa. Con el Barça ni cuento. Bastante tienen con no despistarse para no perder el cuarto puesto en favor del Atlético de Madrid o del Racing.

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